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NO a la violencia

La violencia está presente en demasiados espacios de nuestra vida cotidiana, en las calles, en los hogares, en las redes sociales, en los entornos laborales… y también en las escuelas. Cada primer jueves de noviembre, los Estados Miembros de la UNESCO conmemoran el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el Ciberacoso, reconociendo que toda forma de violencia física, psicológica, sexual, económica o simbólica constituye una grave vulneración de los derechos humanos, especialmente del derecho a la educación, a la salud y al bienestar.

La violencia no termina cuando las puertas de la escuela se cierran. Para muchas mujeres, continúa en la pareja, en el trabajo, en la calle, y hasta en el acceso a los propios derechos. Reconocer cada una de estas formas es fundamental para acompañar y empoderar, para ofrecer caminos de salida, y para que, entre todas, rompamos el ciclo de silencios y soledades.

No se trata sólo de grandes titulares, sino del día a día, del miedo y la tristeza, del dolor y la frustración, pero también de la esperanza al encontrar apoyo y comunidad.

Desde AD Los Molinos, queremos aprovechar esta fecha para reflexionar sobre la violencia en su conjunto, entendiendo que no hay violencias menores ni contextos que la justifiquen. La violencia escolar no es un fenómeno aislado, es reflejo de una sociedad que aún tolera el abuso de poder, la discriminación y la desigualdad. Y dentro de ese marco, la violencia de género sigue siendo una de las más invisibilizadas y normalizadas, afectando de forma desproporcionada a mujeres y a sus hijos e hijas, quienes también sufren las consecuencias directas e indirectas de vivir en entornos de violencia

Comprendemos que la violencia de género no solo afecta a la mujer, sino también a los niños y niñas que conviven en esos entornos. Aunque no reciben malos tratos directos, los menores sufren trastornos emocionales, físicos y conductuales por la angustia y el miedo que perciben en sus madres y en el ambiente familiar. Esta doble vulnerabilidad, que afecta su desarrollo y su bienestar, intensifica la necesidad de protección, apoyo y recursos específicos para estas familias.

Porque educar en igualdad es sembrar futuro. Que este día nos recuerde que cada gesto cuenta, que cada palabra puede sanar, y que juntas podemos construir espacios libres de violencia, donde crecer no signifique tener que resistir.

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