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Viernes por la tarde, en la cola para pagar en el supermercado. Una conversación me hace levantar la vista del móvil: “¡Cuánto tempo sin veros! ¡Pero qué grande está tu hijo! ¿Y vosotros cómo estáis?…”  Un día cualquiera, a la salida del trabajo, escucho un retazo de la charla entre dos pasajeros hablando del tráfico, del buen tiempo,  del precio del aceite de oliva ¡y de lo poco que queda para las vacaciones! Ayer, una compañera nos contaba las aventuras de su hijo adolescente con un grupo de amigos del colegio y yo pensaba: ¡qué memoria tiene para acordarse de esos nombres!

¿Qué es lo que tienen en común todas esas historias? ¿Qué me hizo sonreír al escucharlas? Que todas esas situaciones cotidianas se producían entre personas de diferentes nacionalidades y procedencias: española, marroquí, china, algún país del Este y de Latinoamérica… Y recordé el día a día de nuestro trabajo en AD Los Molinos, acompañando a personas de diferentes nacionalidades, culturas, religiones… en acciones de Integración Social, Empleo y Autoempleo y Emprendimiento.

Y en toda esa teoría que contamos en los cursos de Formación Técnica que impartimos sobre integración, diversidad, participación, igualdad… Y sonreí porque la práctica es más sencilla: solo tenemos que mirar alrededor para encontrar decenas de ejemplos donde la convivencia entre diferentes culturas es una realidad diaria, donde no te fijas en la nacionalidad de una persona sino en lo que compartes con ella. Entonces nos damos cuenta que lo que nos une es mucho más que lo que nos separa.

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